Pixie Lott se sumerge en una Motown descafeinada en su tercer disco

El tercer disco de Pixie Lott se presenta como su “disco Motown”. Después del batiburrillo de estilos que era Young Foolish Happy –que ni siquiera contenía varios hits que lo justificaran-, lo mejor que podía hacer era centrarse en un sonido concreto. La británica siempre ha hablado de su gusto por el soul y el R&B, así que los ha recuperado para Pixie Lott. Quizá sea una simple coincidencia u oportunismo, pero lo ha hecho en un momento en el que las propuestas retro de John Newman o lo último de Paolo Nutini triunfan en Reino Unido.
Por ejemplo, Lay Me Down, con mucho teclado y una buena sección de vientos; o la irresistible Ocean podrían formar parte del repertorio de John Newman. Capturan mejor lo que Pixie quiere ofrecer que el single Nasty, un descarte de Christina Aguilera para Burlesque que sonaría con más garra en su voz que en la de la británica.
Una opción clara de single debería haber sido Champion: breve, directa e instantánea. Podrían lanzarla como sencillo, en caso de que haya otro, porque el álbum no está funcionando bien. Por su parte, Heart Cry, gracias a su estribillo in crescendo y ese post estribillo casi instrumental, también es uno de los mejores cortes que ofrece este Pixie Lott. Se presenta más interesante que Kill A Man que, no obstante, entre las guitarras y los coros del estribillo tiene su gracia.
Sin embargo, Pixie sigue aferrada a las baladas que perjudican al conjunto. Ya en la pista tres encontramos algo como Break Up Song que tendría que estar situada casi al final. Es en ese tramo donde se acumulan las baladas que ya le hemos escuchado otras veces, como Raise Up o Cry And Smile, o los intentos por hacer algo distinto pero que caen en lo de siempre, como la doo-wop Leaving You o la desconcertante Bang. De entre las baladas, mejor quedarse con la bonita aunque típica Ain’t Got You.
Pixie Lott se decanta en su tercer disco por un sonido cercano al directo, lleno de vientos, teclados retro y pinceladas soul. Es una decisión acertada que debería haber tomado antes, ya que lo confuso de Young Foolish Happy le va a pasar factura en esta etapa. Pero aunque estamos ante un buen paso adelante, esos ecos de la Motown quedan diluidos entre baladas insulsas y canciones que resultan menos contundentes de lo que otros artistas están haciendo en ese terreno.

Nota: 6,2
Destacamos: Champion, Heart Cry, Ocean
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