Lana Del Rey sobrevivió a
su propio hype con Born To Die. De ser alabada por medios e internautas, pasó a
ser el objeto de sus críticas por su supuesta falta de autenticidad o su
borroso pasado, entre otras cosas. Dos años después de su publicación, parece
que las aguas se han calmado y todo lo que rodea a la artista se ha normalizado.
Habiendo superado todo eso, llega Ultraviolence, su nuevo disco. La cantante
abandona los arreglos orquestales de su anterior propuesta y se sumerge en un
pop con más guitarras y percusión de la mano de Dan Auerbach, miembro de The
Black Keys, quien ha producido casi todo el álbum (sólo hay tres cortes en la
edición estándar en los que su nombre no aparece).
Desde el inicio, queda
claro que estamos ante un ligero cambio de sonido. Las guitarras de Cruel World
–un número en el que la cantante se despide de su ex- sirven de introducción a este
trabajo y se mantienen en primer plano a lo largo de todo el disco sin perder
ese aire de elegancia que respiran las producciones de Lana. Puede que haya
cierta distorsión hacia el final de Shades Of Cool, pero su etérea y vibrante
melodía no desaparece en ningún momento. O puede que Brooklyn Baby, en la que
iba a aparecer Lou Reed –mencionado en la letra- no tenga grandes artificios.
Incluso la hipnótica West Coast resulta chocante por su estructura a base de dos
partes diferenciadas que se van alternando. Pero el
sonido clásico y atmosférico sigue estando presente en todas ellas.
Eso sí, hay cortes más
cercanos a Born To Die. Ultraviolence funciona como una combinación de las
mejores cuerdas de aquel disco con las guitarras de Auerbach. El resultado es excepcional, al margen de las polémicas que pueda haber por la supuesta aceptación de la
violencia de género (frases como “He hit me and it
felt like a kiss” molestarán a más de uno). Y Old Money, bebiendo de Young And Beautiful en lo que a cuerdas e historia de amor se refiere, nos transporta a un verano de mediados del siglo pasado.
Si bien cambia el sonido,
no lo hacen los temas. Lana continúa haciendo hincapié en los mismos asuntos de
siempre, algo que se puede ver incluso repasando tan solo los títulos. Habla otra vez de
relaciones tan malas y destructivas como seductoras. Ahí están Pretty
When You Cry o Sad Girl, con un adecuado punto jazz pero alargada en exceso. Y vuelve a haber espacio para la fama, el poder y el dinero, tratados de forma directa en
Money Power Glory, producida por Greg Kurstin (Lily Allen, P!nk), y en la
envolvente Fucked My Way Up To The Top.
Ultraviolence debería ser
el disco que consagre a Lana Del Rey. Y lo hará. Su solidez y
consistencia demuestran que Lana tiene vida más allá de su primer álbum y
del hype que se generó en torno a él. Aunque es la misma chica que conocimos –no
abandona el drama, la tristeza, el carácter retro y cinematográfico…-, su música se
ha distanciado de Born To Die por el camino correcto. Un buen giro con el que se
confirma como una artista a la que no perder de vista.
Nota: 8
Destacamos: Ultraviolence, Shades Of Cool, Brooklyn Baby, West Coast
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